A € no hay quien la entienda. Ni quien la retrate. Pez en mano se te resbala, se fuga. Y es que € son muchas €s, una dentro de otra como muñecas rusas: la conocida, esa mujer de fuego e intocable. La seducción de la risa, el pecado de la alegría.
No importa quién eres, de dónde vienes, por qué te vas. Desnúdate. Yo no engaño. Dime que sí. No estés tan segura. Tú engañas. La vida es un dominó. Ella, ella, engaña. Pasa, pasa no te quedes ahí parada, como si hubieses visto un espíritu. Nosotros engañamos. Te amo. Vosotros engañáis. Hace calor. Te amo. Abre la ventana. El verbo es carne. Carne templada. Desnuda. A la intemperie. Salvo cuando entran los nortes. Mujer a fin de cuentas. Adoración a fin de todo. Todo se ablanda. Todo se olvida. Bésame. Una persona vencida por la ternura del miedo. Se hace íntima. Silencio. Los edificios dejan de hablar. Ya no hay farol que grite en plena calle. El mar de luna penetra. La lengua de una ola. Lame. La soledad se deja lamer hasta el orgasmo. Dámela: dame la vida. Ha llegado la breve temporada de la locura secreta. Tiempo para la promesa. Silencio. Confesión. La aridez bendice la mentira. Que frialdad. No me atrevo a violar un límite. Te sientas en el balcón a ver pasar la paloma de un pecado. Te amo de nuevo. Otros porqués. Nunca sin ella. Vamos. Repite un sí. ¡Que mala suerte¡. Bésame. Temperamentos. Tu huida. Laberintos de un barrio conocido. Quisiera ahora si estuvieras aquí. Tu cabello. Olor a luz brillante. Esta € es la misma. La atracción de ver cómo los fantasmas logran que se mezclen levemente los momentos desde el otro mundo. Hace más calor. Y ésta apenas se menciona, sin embargo explica muchas catástrofes que acosan. No cambiaría nunca. Te amo. Sin porqués.
P.
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