Te soñe ayer, y hoy, de nuevo.
Siempre una tentación en ti misma, como siempre tu eres el laberinto más fácil de jardines perdedizos.
No puedo buscarte en donde siempre, no puedo verte sin cegarme y sin embargo me desquicia no probarte en sueños si quiera, eres la Baudelaire eterna, la de las ansias adornadas, los ojos sangrados por las posibilidades que soplas a la distancia, los azules componentes y las manchas ocupadas.
Te quiero, porque quiero todo y no puedo tenerlo, las quiero todas juntas, los riesgos, el ego, la culpa.
No te digo, y si duele (pero duele dulce), creo que nunca llore tu ausencia porque en realidad nunca hiciste falta. Guerra, viene cerca y me refugio en mi nación cercana, con violas y con chellos, de manos sucias y verbos encajados, me duele el pecho, físicamente se me oprime el alma, volátilmente se me fatiga el cuerpo.
Te lo diré pronto, sé que no correrás pero andarás más lento, yo lo haría si pudiera, no me odies, yo lo hago.
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