Caminando por la cubierta cada día he aprendido a pararme de frente a proa sin lastimarme los ojos, a tomar con fuerza las cuerdas tensoras de ambos extremos, a tomar el timón sin miedo a encayar en cualquier arrecife y a lanzar botellas repletas de suspiros inefables al oceano infinito, todo me dice que la nave va, todo me dice que la nave se va encontrando, que no esta más sola, y que el puerto màs cercano no esta lejos, es más, creo que aún no zarpamos y yo ya me siento cubierta de bendita sal y canto, de naufragios trascendidos y de cielos infinitos, y es que con esta tripulaciòn, caray quién quiere bajarse del barco.
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