Que las sombras se disipen, y que las que acechan, solamente sean ayudantes de claridad para la luz de los días.
Que los ruidos se tornen en música y los amigos libros, los mejores, nos encuentren en el momento justo.
Que los cielorrasos sean de azules infinitos para salir volando lejos, que las compañías sean faros y la familia del corazón este presente.
Que los silencios sean cómplices, y los relámpagos nos despierten únicamente para admirar las noches estrelladas.
Que los resplandores desnudos sean los motivos cotidianos y que decir adiós a los mundos fenecidos nos libere y nos de paz.
Que nada nos desoriente, que las auroras permeen los sueños, que las parábolas sean columpios y el fluir del universo nos cobije sin miedos.
Deseo que el vacío escarchado nos contenga, que la distancia sea inaudible, la oquedad insonora y el reposo siempre reconfortante.
Deseo con el corazón arte y poesía inefable para todos los que amo, lluvias y escalofríos de emoción incontenible, paz y ventanas abiertas a la imaginación de los deseos más anhelados.
Poros erectos, carcajadas delirantes, entregas sin restricción y amores eternos cada minuto del día.
Conciencia despierta que nos permita entrar en comunión con el alma que nos conduce, venas ligeras y asfaltos delicados para los momentos de aprendizaje; arena en los zapatos que nos recuerde los caminos y las palabras del horizonte, pupilas prestas y labios precavidos, pero ante todo, la magia de cada instante que nos permita hacer una pausa y agradecer por habernos conocido.
P.
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