Después de una larga charla al respecto de la diferencia entre experiencia estética y juicio estético, tacos de canasta y boing de guayaba, encontré un refugio en la caja negra de un museo.
Un botón que desencadeno una experiencia más allá de toda imaginación previa, un pequeño haz de luz y el sonido de la cinta corriendo frente a un lente vertiginosa.
Ahí, en medio de la obscuridad se construyó un poema vouyerista.
Sentada en una estratégica esquina fui testigo muda de la experiencia del otro, del juego y la sorpresa de otros, de la indiferencia y la ceguera de unos cuantos, del sonido armónico de un proyector antiguo y del humo que permitía la obviedad de la luz que poco a poco tomaba forma ante mis ojos.
Magia y asombro ahí, frente a mi en forma de luz y humo evanescente.
Juego de siempre, amor de siempre, transformación absoluta.
La vida siempre es más grande que la razón.
P.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario