Sábado, 13 de Marzo de 2004 05:35:25 p.m.
Alguien, un loco se ha venido a refugiar en mi cuerpo, se ha apoderado de mi mente y no me deja dormir.
Me despierta a las 12 de la noche y me obliga a escribir poemas que nadie lee, y que solo a él le gustan. Me obliga a esperar al cartero a esa hora y a hacer llamadas con un teléfono de plástico, ven pronto y en mi auxilio y líbrame pronto de ese loco que sin saberlo soy yo misma.
Me descubro por la mañana tirando anzuelos de colores, de ese azul puro también, por la calle esa en que vas y atisbo de reojo la esquina cuando cruzas el umbral y con las más tiernas niñas de mis ojos te cuido, te vigilo, te procuro, te quiero, te veo regresar… por eso mismo en mi noches tristes, locas alegres, solitarias, tranquilas, incompletas, tejo, anudo, coso, preparo, mis nuevos anzuelos multicolores de mañana al despertar…. Y es que te siento y me nutres de tantas formas distintas, te mezclas con mi entorno que resulta entonces completo, perfecto, entrecierro los ojos y lo oscuro se aclara, por primera vez recorro lo prohibido devolviéndole a cada uno de mis actos ese carácter de territorio para iniciados que tiene todo lo sagrado, así, deshabitada caigo en cuenta que hay muchos tipos de viaje, pero de todos el más difícil de hacer y narrar resulta ser el que te lleva hacía ti misma, y me autoexilio para recorrerme recorriéndote, y no puedo hacer más que sentirte ya muy dentro por ahora, eres lo inesperado, me olvidé ya de respirar lo demás, hoy me corto el cabello para ver si mis ideas crecen y se alargan hasta enredarte en ellas, no quiero sacarte de mi, me sorprendes tanto cuando te pienso y te enumero, ¿tienes la receta para este problema cardiológico?.
Te busco en dónde sé que no estás con el afán de encontrarte de nuevo y siembro todos los poemas que recito en silencio por prohibidos, en donde tu eres lo prohibido, y en lo que más disfruto y saboreo últimamente porque yo soy de esas que gustan pecar, deslizarse y llorar en un solo pozo y por escrito. Mis visiones me hacen deletrearte por lo menos 28 horas diarias, ¿habrá alguna pastilla que pueda adormecer la pasión contenida?, porque el amor que se siente no se define, por lo menos no con palabras, éstas no se encontrarían en ningún diccionario, el lenguaje no alcanza porque las palabras que no se pronuncian son las más bellas.
Permanece clausurada contra este regazo de mente que te busca, acércame a esta barca inalcanzable y al viaje perpetuo que comienza en tu mirada.
No podemos vivir en la intemperie sin arrebatos y secuestros de luna, sino aquí, frente a un rostro de mujer dormida con los sueños abiertos de par en par como ventanas que crecen hasta hacerse pequeñas. Así entregas el alma y la sudas de muerte, mientras el anzuelo que se robó a la luna yace sobre el piso de este cuarto iluminado.
P.
Me despierta a las 12 de la noche y me obliga a escribir poemas que nadie lee, y que solo a él le gustan. Me obliga a esperar al cartero a esa hora y a hacer llamadas con un teléfono de plástico, ven pronto y en mi auxilio y líbrame pronto de ese loco que sin saberlo soy yo misma.
Me descubro por la mañana tirando anzuelos de colores, de ese azul puro también, por la calle esa en que vas y atisbo de reojo la esquina cuando cruzas el umbral y con las más tiernas niñas de mis ojos te cuido, te vigilo, te procuro, te quiero, te veo regresar… por eso mismo en mi noches tristes, locas alegres, solitarias, tranquilas, incompletas, tejo, anudo, coso, preparo, mis nuevos anzuelos multicolores de mañana al despertar…. Y es que te siento y me nutres de tantas formas distintas, te mezclas con mi entorno que resulta entonces completo, perfecto, entrecierro los ojos y lo oscuro se aclara, por primera vez recorro lo prohibido devolviéndole a cada uno de mis actos ese carácter de territorio para iniciados que tiene todo lo sagrado, así, deshabitada caigo en cuenta que hay muchos tipos de viaje, pero de todos el más difícil de hacer y narrar resulta ser el que te lleva hacía ti misma, y me autoexilio para recorrerme recorriéndote, y no puedo hacer más que sentirte ya muy dentro por ahora, eres lo inesperado, me olvidé ya de respirar lo demás, hoy me corto el cabello para ver si mis ideas crecen y se alargan hasta enredarte en ellas, no quiero sacarte de mi, me sorprendes tanto cuando te pienso y te enumero, ¿tienes la receta para este problema cardiológico?.
Te busco en dónde sé que no estás con el afán de encontrarte de nuevo y siembro todos los poemas que recito en silencio por prohibidos, en donde tu eres lo prohibido, y en lo que más disfruto y saboreo últimamente porque yo soy de esas que gustan pecar, deslizarse y llorar en un solo pozo y por escrito. Mis visiones me hacen deletrearte por lo menos 28 horas diarias, ¿habrá alguna pastilla que pueda adormecer la pasión contenida?, porque el amor que se siente no se define, por lo menos no con palabras, éstas no se encontrarían en ningún diccionario, el lenguaje no alcanza porque las palabras que no se pronuncian son las más bellas.
Permanece clausurada contra este regazo de mente que te busca, acércame a esta barca inalcanzable y al viaje perpetuo que comienza en tu mirada.
No podemos vivir en la intemperie sin arrebatos y secuestros de luna, sino aquí, frente a un rostro de mujer dormida con los sueños abiertos de par en par como ventanas que crecen hasta hacerse pequeñas. Así entregas el alma y la sudas de muerte, mientras el anzuelo que se robó a la luna yace sobre el piso de este cuarto iluminado.
P.
P.D. Tiene que haber un sitio con puertas abiertas para salir de esta niebla que huele a nada, y si en lugar de casa encuentras ruinas, y si tu cita es siempre equivocada y si te abordan unos brazos ajenos, y si llegas eternamente sin llegar nunca y si te cortas las venas frente a un televisor de quinientas pulgadas y si le cierras los ojos a cualquier dios ya muerto y si el amor te espera en donde ya no estás y si ya nadie canta, ni ríe, y el coro se dispersa en rezos blasfemos y Bizet te traiciona y la mujer mariposa ya no vuela y Nietzsche clama a sus viejos sabios y Puccini se niega a rezar por ti y si no sabes guardar el amor sin cambiar ni una letra, y no logras reposar las manos temblorosas de tanto esconder caricias, es que, me hieres de vida, remolino de agua aserenada.
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