Siempre era frío, entrar ahi siempre me daba un frío sentido de decadencia, desde la grava hasta la puerta mañosa de fácil acceso, recuerdo cuando lloramos abrazadas por el regreso fortuito de aquel encierro frustrado.
Todavía no sano del todo, todavía duele, todavía queda la ventana rota del cuarto de la esquina, el poster de Ramona rasgado por las peleas estúpidas e innecesarias. Morrisey viene a la ciudad, yo recuerdo todo a pedazos, los destellos azúles del stereo y mi hitter, también azúl en el concierto de Santa Sabina, no me queda nada tuyo, un track del Bona Drag y una bolsa de cartas congeladas en el polvo de mi cuarto.
Nadie entiende, que ni nosotras lo hacemos, lo hicimos o lo haremos, finalmente nunca estuvo el entendimiento en la naturaleza de lo nuestro, hicimos casi de todo sin limites, más que límites nos pusieron los mundanos sus limitaciones.
Tú convertiste el mundo de los sueños en drogas al alcance, y yo, buscandote entre tantas me quede siempre a la mitad, es extraño pensar esto una vez trascendido y después de años de intermedio, no imagino con que ojos nos encontraríamos por ahi, piensali, yo sé que lo has hecho, que hubiera sido si nunca hubieramos ido a esa marcha? Entre los ahorros de vida y las pérdidas posteriores, no sé qué cambiaría, tal vez todo, posiblemente nada.
Nunca tuve oportunidad al final de explicarte nada, no creo que lo necesitaramos, todo quedó en su lugar, claro y sin regateos, como nunca, como debió ser desde el principio.
Me dejaste muchos apegos y adicciones, las alitas y los dedos amarillos, el noticiero de canal 40 y las películas del 11, hoy me cuesta mucho recordar el comienzo, me dejaste lo más importante, la gracia de tomar mi libertad y encontrarme con ella, al final eres un instrumento de transición y vida para permitirme encontrar el caleidoscopio inefáble al término de este camino surreal.
(Tengo que verte así, de lo contrario viviría siempre con la incertidumbre de tu vida a la vuelta de la esquina)
P.
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