Huele a ti, me moja y perenne me humecta los poros y las pupilas, el hermoso vaivén de los vientos veraniegos me apacigua las ansias de saber, mientras, cierro los ojos clandestina y escondida en la vitrina, le escucho rugir y mascullar términos indescifrables, las nubes son un borlote de ansiedad cayendo en gotas por la cara, el gris y el cielo, el frío y mis manos, todo el rocío del pasto me cala los pies a través de los zapatos, me mancha y me amedrenta sabiendo bien que tal castigo no lo es para mi, no es más que una promesa inconclusa de los viejos tiempos ahora emancipados y libres para ser pensados por doquier, las pisadas recias de perro hambriento y el sonido sordo del timbre del teléfono, bajar las escaleras y antes, apoyar los brazos en la ventana buscando el quehacer cotidiano de la mañana triste, un rugido más y una tormenta viene, el perro agacha la mirada y los pelos se erizan con los tubos agitados del cielo una vez más, los filamentos caen más rápido que antes, las gotas grandes caen detrás de aquellas que ahora siendo ríos me permiten remembrar que nunca entrare en el mismo dos veces, que todo fluye y es así en consecuencia que el agua sigue cayendo firme y constante en todo el cuerpo, que frío se respira en el ambiente, que nostalgia es la hora de ese día, bienvenida seas a otra etapa de regocijo y hondo pensamiento, bienvenida todo cuanto aquí junto te rodea.
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