martes, septiembre 14, 2010

Hospital

Sola, en el hospital, la antesala del tomógrafo, totalmente desnuda frente al espejo y rodeada de ese particular aroma de cirugías y recuperaciones, ladeo la cabeza y extiendo mi brazo derecho junto a mi cuerpo frio, un hilo abundante de sangre bronta y me recorre la piel blanca, pálida, escurre por entre mis dedos roja y espesa, se transfiere sin orden hacia mi musco y baja imprudente hasta la pantorrilla, vuelvo la mirada al espejo y con esa luz mortecina, blanca, dura me percato de que nadie sabe en donde estoy.
Yo desnuda y ensangrentada en el sótano de algún hospial mientras el microcosmos viaja igual, sigue su curso sin deternerse a mirar o imaginar si quiera, y soy tan afortunada de poder verme asi, de esconderme del mundo a la vuelta de la puerta 2, de imaginar el mundo de una adolescente de Viena sentada en el piso de su cuarto escuchando musica mientras yo al salir me siento en azúl y leo la novela de Saramago que tengo rezagada desde hace meses.
Todo esto pasa mientras estoy a la orilla de un rio que no deja de arremolinarse frente a mi, de las "posibilidades", de las nuevas propuestas y promesas absurdas pero tentadoras.
Al final del día se darán cuenta, se enterarán de que lo quiero todo cuando en realidad no puedo mantener mucho más que algunas gotas sobre las palmas, teng miedo de seguir buscando.
P.

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