martes, abril 15, 2014

El Fedro de Platón

En el “Fedro” Platón trata la cuestión del la esencia y partes del alma. Comienza señalando que parece más adecuada, dada la dificultad del tema, la exposición alegórica que la investigación racional e inmediatamente nos presenta el mito del carro alado. 
En un resumen literal del mismo: el alma es como una fuerza natural que mantienen unidos un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos; los de los hombres no. En nuestro caso, el auriga guía una pareja de caballos, uno hermoso y bueno, otro feo y malo, por lo que para nosotros la conducción resultará dura y difícil.
El alma tiene como tarea el cuidado de lo que es inanimado y recorre todo el cielo. Cuando es perfecta vuela por las alturas y administra todo el mundo; en cambio la que ha perdido las alas es arrastrada hasta que se apodera de algo sólido donde se establece tomando un cuerpo terrestre. A causa de la fuerza del alma, este cuerpo parece moverse a sí mismo y ambos ― cuerpo y alma ― reciben el nombre de ser viviente.
La fuerza del ala consiste en llevar hacia arriba lo pesado, elevándose hacia el lugar en donde habitan los dioses. Lo divino es hermoso, sabio y bueno y esto es lo que más alimenta y hace crecer las alas; en cambio lo vergonzoso, lo malo y todas las demás cosas contrarias a aquellas las consume y las hace perecer. 
Dirigidas por Zeus, las almas de los dioses y las de los hombres marchan por el cielo ordenando y cuidando todo. Después de realizar su tarea van a buscar su alimento hacia el mundo supraceleste, hacia la realidad que se encuentra más allá de la bóveda del cielo. En ese lugar se halla la Justicia, la esencia cuyo ser es realmente ser, el ser incoloro, intangible, cuya esencia es sólo vista por el entendimiento, piloto del alma, y alrededor de la que crece el verdadero Saber, pero no la ciencia de lo que nace y muere, de lo relativo, sino la ciencia de lo que es verdaderamente ser.
Las almas de los dioses, dado que son conducidas por dos caballos buenos y dóciles, ascienden sin problemas. La mente de los dioses se nutre de un saber y entender puro por lo que al ver lo que allí se encuentra, se alimenta, se llena de contento y descansa hasta que el movimiento, en su ronda, la vuelve a su sitio. Las almas de los hombres suben con dificultad pues el caballo que tiene mala constitución es pesado e inclina y fatiga al auriga que no lo ha alimentado convenientemente. Así se encuentra el alma con su dura y fatigosa prueba.
De las almas humanas, la que mejor ha seguido al dios y más se le parece consigue ver algo, otras no pueden alcanzar la visión del ser, por lo que les queda la opinión por alimento, “el porqué de todo este empeño por divisar dónde está la llanura de la Verdad, se debe a que el pasto adecuado para la mejor parte del alma es el que viene del prado que allí hay, y el que la naturaleza del ala, que hace ligera al alma, de él se nutre.” Las almas que no han podido vislumbrar nada de lo que allí se encuentra se van gravitando llenas de olvido y dejadez, pierden las alas y caen a tierra.
Las siguientes tesis resumen la interpretación más sencilla del mito:
  • El alma es el principio de vida gracias al cual los seres vivos pueden realizar los movimientos que le son propios;
  • Las cosas naturales están dirigidas y controladas por la divinidad (hipótesis providencialista y teleológica que luego encontraremos en gran parte de la filosofía posterior);
  • El alma humana participa de algún modo de la naturaleza divina, pero también de un principio opuesto que la pervierte y la hace caer al mundo de la finitud, contingencia y muerte;
  • La parte más perfecta del alma humana es semejante a la mente de los dioses y, como la de ellos, se nutre del conocimiento;
  • Frente a la realidad física, más allá de la Naturaleza, en el “ámbito supraceleste”, se encuentra la auténtica realidad, el ser verdadero caracterizado como la esencia que permanece siempre idéntica a sí misma, que carece de propiedades físicas (“incolora e intangible”) y se ofrece sólo al entendimiento (dualismo ontológico);
  • Nuestro destino está en ese mundo perfecto, mundo al que se llega básicamente mediante la Ciencia de lo absoluto (la filosofía o dialéctica) no mediante el conocimiento de lo relativo y mudable (la opinión);
  • Cuando se encarna, el alma olvida aquello que ha conseguido vislumbrar en el mundo supraceleste (rudimentos de la teoría de la reminiscencia);
  • Es habitual también buscar la correspondencia de las partes del alma con los elementos que aparecen en el mito del carro alado: el auriga representa la parte racional, destinada a la dirección de la vida humana, al conocimiento y lo más divino que se encuentra en nosotros; el caballo bueno representa la parte irascible, aquello que permite al alma la realización de acciones buenas y bellas; el caballo malo y rebelde representa la parte concupiscible, aquello que fomenta en nosotros deseos y pasiones y que nos impulsa hacia el ámbito de lo sensible.
P.


Masonería

¿Qué tiene que ver en realidad la idea de laicidad con el método masónico como método de construcción personal? ¿No se trata en realidad de un concepto de orden político ajeno por lo tanto a la metáfora masónica? ¿No es en realidad la laicidad una bandera política entre otras, respecto de la cual la Masonería como institución no tiene más que quedar al margen?
 Creo que podemos descubrir con un pequeño esfuerzo hermenéutico que hay un entendimiento de la laicidad que emparenta este concepto con la función mediadora propia del método masónico. Hay algo en la laicidad tal y como venimos a proponerla, un hilo conductor, que la engarza simbólicamente con el dios Hermes, dios de las encrucijadas y caminos, del diálogo y del comercio, del intercambio y la mediación. Según esta tesis la laicidad no es sino una simple trasposición al ámbito de la Civitas de los mismos mecanismos de comunicación y sociabilidad que rigen en el seno de la Logia.
El principio de mediación forma parte de la masonería constitucionalmente y el mismo se puede deducir de las mismas Constituciones de Anderson cuando en la sociedad fragmentada y traumatizada por los conflictos religiosos y políticos de la época propone la idea de la Logia como Centro de la Unión entre personas que de no ser por la masonería nunca se hubieran conocido, reconociéndose colectivamente en aquella religión de la buena voluntad y las buenas obras en la que todos los hombres están de acuerdo dejando para cada uno sus opiniones particulares. En ese momento Anderson está estableciendo un principio de mediación que puede proclamarse como principio general, según el cual cuando se produce una situación de desencuentro o de comunicación antagonista el principio masónico propone «ir mas allá» de los términos en los que se produce ese desencuentro o ese antagonismo y construir un nuevo marco de referencia en el que las partes puedan reconocerse. Cuando los mundos simbólicos y de sentido en presencia colisionan es preciso realizar una metáfora común, que permita compartir un nuevo lenguaje, en el cual y sin perjuicio, cada uno pueda mantener fidelidad a su viejo lenguaje y se dé sin embargo la posibilidad de una acción comunicativa. Según la fórmula de Anderson esa experiencia de comunicación si se vive genuinamente tiene por sí misma capacidad para transformar a todos los que participan en la comunicación. Cuando la comunicación tiene la intensidad necesaria puede provocar un verdadero efecto de "fusión de horizontes", transformando así la prospectiva con la que cada uno de los comunicantes consideraba anteriormente su propia posición en la comunicación y por ende la de las demás partes ¿Cómo puede ser que la palabra tenga esa virtud?. La Logia puede tener esa capacidad porque es un lugar de encuentro y encontrar, de verdad, a otros seres humanos es una experiencia que no nos deja indiferentes sino que está grávida de consecuencias. Puede aplicarse al encuentro en Logia y  a la comunicación que puede surgir en su seno el razonamiento que le dedica Theodore Zeldin a la experiencia de la conversación como una aventura en la que juntos los seres humanos nos preparamos para hacer del mundo un lugar menos amargo: «La cosa parece imposible en tanto que creemos que el mundo está gobernado por fuerzas económicas y políticas irresistibles, que los seres humanos no somos en última instancia sino animales, que la historia no es más que una larga lucha por la supervivencia y supremacía. Si todo fuera así, no podríamos cambiar gran cosa pero yo veo el mundo de otra forma; para mí, está constituido de individuos en busca de un compañero, de un amante, de un gurú, de un dios. Los sucesos más importantes, aquellos que cambian la vida, son los encuentros entre los individuos. Algunos se decepcionan, renuncian a buscar y, se vuelven cínicos. Pero otros continúan su búsqueda de nuevos encuentros».
La Logia y el método masónico con sus rituales, sus compromisos de reserva y privacidad, su pacto de tolerancia... todo lo que constituye la peculiaridad de la sociabilidad masónica está orientado a crear un lugar de encuentro propicio entre personas que de no ser por la masonería se hubieran ignorado, personas que no son en realidad espontáneamente afines, que no participan necesariamente de una misma visión de la vida, ni de una religión común o de un compromiso político idéntico, quizá tampoco tengan una común identidad generacional o social, y sin embargo esas personas llegan a tratarse con confianza y a escucharse con respeto. No se trata de un simple lugar físico, aunque el encuentro se escenifique regularmente en el lugar donde radica la Logia, el espacio de encuentro que la Logia representa es un lugar moral que tiende a reproducirse en la vida de cada uno de nosotros como un marco de relación siempre posible, como un hábito mental que nos lleva a actuar en clave de fratría, ensayando siempre que nos es posible el mismo método de comunicación cooperativa. ¿Cuál es la fórmula para que eso sea posible?. Ahí entra en acción el principio masónico: Dada una situación en términos de comunicación antagónica o de desencuentro sólo cabe reconstruir la comunicación y hacer posible un reencuentro sin excluir a ninguna de las partes si es posible crear un metalenguaje que se coloque más allá de los términos dados.
La metáfora masónica de la construcción es el lenguaje que hizo y sigue haciendo posible representar los ejes esenciales de la vida humana, tanto social como colectiva como una matriz de sentido compartible por todos aquellos que al menos tienen en común el impulso constructivo. Se trata de una metáfora feliz que simpatiza con una gran cantidad de seres humanos, que, de una manera u otra, poseen ese impulso constructivo. No es casualidad que la metáfora de la construcción goce cultural y psicológicamente de una pregnancia intensa, de una simpatía espontánea. El hombre es un ser constructivo.

martes, abril 01, 2014

Deleuze y un poco de cine

Partiendo de la pregunta que se hace Deleuze en su texto ¿Qué es la filosofía?[1], y de la respuesta que él mismo considera, podemos decir que la filosofía es creación de conceptos, y el concepto es un tubérculo, siempre móvil y mutable; todo concepto nace de una experiencia singular. Así pues al pensar el cine desde aquí, podemos decir que solamente se podría expresar mediante conceptos propios a la peculiaridad de éste, vale decir, lograr tener una experiencia textual de la "imagen cinematográfica"; la filosofía no descubre qué es el cine, no le muestra su verdad, la filosofía produce "conceptos cinematográficos", no extrae una verdad de la imagen fílmica, ni la interpreta, sino que piensa por imágenes creadas a partir de la cualidad del cine como arte: el arte de las imágenes en movimiento.[2]
No existe algo así como un "objeto cine" y un sujeto que haga ciencia de él, de lo que se trata en torno al cine, es de apreciar la existencia de la imagen independientemente de la percepción que de ella se tiene, pues el mundo mismo es una imagen en la que estamos ya implicados y en el que ya no es posible distinguir el punto de vista del contenido, que no significa que el mundo que es imagen sea un doble del "mundo real".
Lo propio del cine es producir imágenes que son irreductibles al modelo de una percepción subjetiva.
La peculiaridad de la expresión cinematográfica nos muestra en un principio el vínculo entre el hombre y el mundo, sus anhelos, sus deseos de transformación del mundo por el hombre mismo. Ahora, sin embargo, no creemos en el mundo. En el estadio actual hemos asistido no a la pérdida del mundo, sino a la pérdida del vínculo con el mundo: "el hecho moderno es que ya no creemos en este mundo, ni siquiera creemos en los acontecimientos que nos suceden, el amor, la muerte, como si nos concernieran a medias. No somos nosotros los que hacemos cine, es el mundo el que se nos aparece como un mal film (…) lo que se ha roto es el vínculo del hombre con el mundo. A partir de aquí este vínculo será objeto de creencia: el es lo imposible que puede volverse a dar en una fe. La creencia ya no se dirige a un mundo distinto, o transformado. El hombre está en el mundo como en una situación óptica y sonora pura. La reacción de la que el hombre está desposeído no puedes ser reemplazada más que por la creencia. Sólo la creencia en el mundo puede enlazar al hombre con lo que ve y oye (…) lo seguro es que creer ya no es creer en este mundo, ni en un mundo transformado  Es simplemente creer en el cuerpo. Devolver el discurso al cuerpo y, para eso, alcanzar el cuerpo anterior a todos los discursos, anterior a las palabras, anterior al nombramiento de las cosas.”[3]
Para Deleuze, la imagen cinematográfica no solamente puede recobrar el vínculo con el mundo, sino hacer un mundo liberado de los discursos que impiden su devenir. Esta es la posibilidad del arte y de la filosofía: producir encuentros, afectos "que nos hagan querer crear".
El proyecto de Deleuze es obtener una “esencia” del cine, describir lo que le es propio, analizar cómo y según que modelos el cine piensa directamente en las imágenes. Esta clasificación gira en torno a dos conceptos clave: imagen-movimiento y la imagen-tiempo.
El concepto de imagen-movimiento permite situar en una perspectiva los debates al respecto de la relación entre el montaje y el plano así como la relación entre cine y narración, quiere decir imagen cinematográfica al cuál le es inseparable el movimiento mismo y esto la hace diferente de la imagen fotográfica.
“La imagen-movimiento es el objeto, es la cosa captada en el movimiento como función continua. La imagen-movimiento es la modulación del objeto mismo.”[4]
El concepto de imagen-tiempo, en cambio, permite dar cuenta de la mutación que ocurrió en el cine de posguerra, la fractura entre el llamado cine “clásico” y el cine “moderno”.[5]
La articulación entre estos dos conceptos traza una línea de unión interna en la historia del cine y al mismo tiempo una articulación entre el cine y las otras artes con un cierto estado del mundo.
“Los Estudios sobre cine no son una historia del cine sino una historia de cómo el cine ha logrado su especificidad artística, sus propias formas de creación y sus propios recursos expresivos, que es a su vez, la historia de cómo se ha emancipado de las otras artes, para construir un discurso original que introduce nuevos elementos; montaje, imagen, sonido, efectos especiales, etc.; que a su vez requieren de una conceptualización propia, es decir, la creación de nuevas categorías: filosofía o estética del cine.”[6]





[1] Deleuze, Guilles, Guattari. “Qué es la filosofía?” Trad. Thomas Kauf Url: http://es.scribd.com/doc/63115/Deleuze-Y-Guattari-Que-Es-La-Filosofia

[2] Landeta, Mardones Patricio. “Consideraciones para una estética del simulacro en Deleuze” en PSIKEBA, Revista de psicoanálisis y estudios culturales. Argentina. Url: http://www.psikeba.com.ar/
[3] Deleuze, Gilles,”Imagen-tiempo, estudios sobre cine II”, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 230-231
[4] Deleuze, Gilles, “Imagen-movimento, estudios sobre cine I” Paidós, Barcelona, 2009, p.46
[5] Marrati, Paola. “Guilles Deleuze, Cine y Filosofía”. Nueva Visión, Buenos Aires 2006, p.8
[6] Rangel Espinosa, Sonia. “Lineas de fuga, Resonancia y variación en la filosofía de Gilles Deleuze”.México 2011. Tesis para obtener el grado de Doctora en Filosofía. FF y L UNAM. p. 131

Fragata

Buenos Aires, Argentina. Febrero 11, 2014
Si, Ayer me tatué a Kerouac, y hoy después de conocer la bombonera, caminito y el barrio de Monserrat, llego a Puerto Madero para llenarme los ojos de edificios altísimos, gigantes de acero que contrastan con el resto de la ciudad. El lujo y la riqueza, el lavado de dinero es evidente; me recibe el Hilton justo frente al puerto. Después de una mañana de lluvia, el sol pega duro en el agua. Camino por el puerto y la imagen del puente de la mujer se yergue estilizado ahí delante, camino con las manos y los brazos abiertos y con lentes oscuros me dispongo a cruzar por ahí. Justo al terminar el puente, a unos cuantos metros doy vuelta izquierda y veo la fragata Sarmiento, un barco militar de buen tamaño que por dos pesos argentinos me hace viajar en el tiempo.
Abordo la nave y se cruza en mi camino una mujer de ojos esmeralda que se apresura a preguntarme si quiero una foto en la cubierta del barco; sube al primer piso de la nave y la sigo a donde ella decidió era el mejor spot posible para hacer la foto. Después de tomar varios planos, tomo entonces la iniciativa y me presento, su nombre es Renata, española, madrileña. Recorremos el barco, reímos al intentar averiguar que se siente recostarse en una hamaca para marinos, descendemos a las cámaras de cadetes y yo decido que es buen momento para humectar la locura de Kerouac y ella ofrece a ponerme crema para cubrir el tatuaje nuevo, siento sus manos frías en la espalda, la mejor forma de romper el hielo. Termina el ritual  siento sus labios en la nunca, justo en medio de los microdermales que la centran. De inmediato me noto en extremo nerviosa y ni me atrevo a moverme, ella recarga su mentón en mi hombro derecho y nos quedamos ahí, frente a una ventana con platos y medallas al mérito y al valor. Me sudan las manos, de pronto ella me dice que tiene tres tatuajes, decide buena idea desabotonarse los “vaqueros” y mostrarme las grecas que tiene en la cadera izquierda; toco el tatuaje con la mano mucho más titubeante que ella cuando lo hizo anteriormente con el mío… me besa, sin más. Ráfaga de calor me atraviesa y de pronto ella gira, me toma de la mano y me pide que la siga una vez más, una vez más lo hago. Le tomó dos minutos abrir la puerta de una camarilla en donde el sol daba con todo a través de una ventana redonda de madera. Ella entra primero, inmediatamente da vuelta y yo aún en medio de la escotilla, se apresura a besarme y yo apuro el pie para quedar por fin dentro, mientras a la vez, intento cerrar tras de mi la puerta que no alcanza más que a quedar entre abierta, no me atrevo a moverme mucho al principio pero sus manos se apresuran a mi nuca, me abraza, pega su cuerpo al mío y me besa sin prisa y sin tregua. Me regala sonrisas y en esa cámara de sol sus ojos se transforman en azul vivo mientras sus manos no dejan de ser frías, lo noto cuando me acaricia por debajo de la blusa la parte baja de la espalda; apenas puedo creer que esto esté sucediendo, todo resulta ser tan poco probable… una fragata en Puerto Madero se convierte en minutos en el sueño de una tarde de verano en la Plata.
El tono sube, respiro distinto, me toma firme la mano derecha y noto que jamás se abotonó de vuelta los jeans, lo se porque es ahí donde conduce mi mano con rapidez, casi me derrito cuando noto la inexistencia de ropa interior y a la vez sus manos prestas y hábiles con los botones de mis pescadores. Casi no mediamos palabra, nos concentramos en ser dos completas extrañas que de cualquier forma no temen ser descubiertas por quienes abordan constantemente el navío.
Todo resulta intenso a ese momento y me vuelvo loca con las pocas cosas que murmulla muy cerca de mi oído, ese acento y la respiración rápida y acompasada, la atmosfera húmeda, las vocales entrecortadas; hacen de esta la fantasía lúbrica más excitante de una mujer que busca sorprenderse.
Nadie interrumpe el momento, ni el calor, el sol, o la tripulación. No sé cuánto tiempo duró el encuentro, me perdí entre husos horarios hace días.
Salimos de ahí con calor, sed y una sonrisa amplia y cómplice. Me costó trabajo subir las escaleras a cubierta, me temblaban las piernas y por supuesto hice todo lo que pude para que ni ella ni nadie lo notara, pero no lo logré. Rió conmigo cuando casi resbalo del cuarto escalón que conducía de regreso al aire fresco.
Necesito un cigarro y se lo digo, salimos de la fragata caminando por el “puente” hacía el muelle, saco los cigarros de la mochila y noto como cierra los ojos con el sol en la espalda sentada junto a mi. Ella no fuma; al acerca el cigarrillo a mi boca, la percibo de nuevo, la tengo aún ahí, en la punta de los dedos, en los labios y claro, en la nuca. Cierro los ojos también y prendo el encendedor, fumo y aspiro ampliamente, el humo se estaciona entre ambas, el viento no existe. Decide entonces ir a comprar un par de cervezas al Kiosko a unos metros de distancia, par de Stella frías que bebemos despacio sentadas en la rambla aún frente a la fragata.
¿Qué se dice después de un encuentro de esa naturaleza? Yo escondo entonces los ojos de nuevo en los lentes oscuros y me pregunta entonces qué hago en Bs. Aires, a lo cual respondo: No sé, tal vine a conocerte. Suelta una carcajada breve --de inmediato note la intensidad de mi respuesta- así que intente suavizarla explicándole los verdaderos motivos de la travesía. Justo en ese momento veo el reloj y noto que tengo exactamente 10 minutos para regresar al autobús turístico que me llevaría de regreso al centro y a mi amado bus 111, así pues me despido apresuradamente y corro de regreso por el puente de la mujer. No la volveré a ver jamás.

P.




Dos mujeres en un café

Dos mujeres en un café
Con las piernas cruzadas
Como serpientes
Una pierna envolviéndose en la otra
Y al final el pie moviéndose ansioso
Apoyan el codo en la mesa
Ignoran el espumoso y humeante capuchino
Colocan su mano apoyando el rostro
Flotando en la barbilla
Mientras conversan
Furtivas, viéndose intensas
Hablando en susurros
Chequeando a todos lados
Extienden sus dedos
Hacia los huequitos de la nariz
Inhalan y cierran los ojos por dos segundos
Se huelen en lo más íntimo
Que han acariciado erectos
Todos sus secretos
Regresan con los ojos abiertos y brillantes
Disimulan un besito
Apenas apretando y extendiendo los labios
Envuelto en un cariñoso guiño
Sorben el capuchino
Se retraen y apoyan la espalda en el espaldar
Regresan y repiten la rutina
¡Que belleza estar loca y enamorada!


Identidad

He visto mucha películas en dónde la trama gira en torno a un ser humano, con ciertos complejos, vacíos, obsesiones (acaso no somos todos así) en donde de pronto a éste personaje le ocurre algo extraordinario, por alguna acción del destino se topa con un artefacto mágico, le cae un rayo, recibe polvo de estrellas o algo aún más descabellado y entonces se ve dotado de super poderes al día siguiente; no me refiero a ningún super héroe de la talla de Spiderman, no, estos casos tienen en común que siempre son reversibles, descubriendo justo la forma en la que en primera instancia fueron instaurados, y claro, después de haber aprendido la lección que este acto cósmico vino a mostrarles. Digamos que es una y otra vez la versión de Dickens distorsionada y con muchas vertientes. He visto películas así al respecto de casi todo, desde jugadores de football americano que de pronto tienen psique femenina, hasta hombres que escuchan los pensamientos de las mujeres, ancianos y jóvenes que intercambian personalidades, un hombre adinerado que despierta en una vida paralela si hubiese tomado la decisión de quedarse con su novia de preparatoria, un abogado casado y respetable que intercambia su psique con el mejor amigo que es un desmadre y hace películas softporno… en fin, la fantasía es la misma. Despertar una mañana y ser una persona totalmente distinta, la empatía etimológica en su máxima expresión, vivir en el cuerpo de otra persona inmerso en esa realidad, pero sin dejar de ser tú. 
Esto suena a experimento filosófico de Putman llevado a Hollywood. En efecto, la fantasía no siempre empieza bien, primero el shock, después empezar a aprender cómo es vivir en esa nueva realidad con todo lo que implica, aprender a valorar lo que se tenía en la anterior y claro, las vicisitudes que se tienen que enfrentar en ésta nueva realidad e intentar que nadie note que estás loco, porque en efecto, nadie te creería
si les dices que ese “no eres tú”.Últimamente creo que vivo justamente eso, un día desperté en esta realidad que no es mía y que me atraviesa por momentos delicada, pero en otros simplemente quiero ir a buscar la fuente, el rayo mágico, la lámpara, lo que sea para regresar… la parte interesante es que esta no es una película, aquí no hay vuelta atrás y sin embargo el aprendizaje no deja de ser el mismo. Tal vez tengo más suerte de lo que creo.
P.