lunes, agosto 14, 2006

bOnG

Todo marchaba bien, pintaba incluso interesante y con afanes de diversión sonaba bien una reunión informal de fin de semana, viejos amigos reencontrados, amigas de siempre y plan para toda la noche, me divertía en un edificio perdido en un ciudad dentro de una metrópolis gigante, así como suena, Absolut, Camel, Madonna, estrobo y maquina de humo, todo incrustado en un edificio de departamentos, todo en un espacio necesariamente más pequeño que la ocasión. Vodka, Red Bull y jugo de uva, al segundo o tercero estaba muy contenta bailando, viendo por la ventana cuatro pisos por arriba de lo habitual, pero como suele pasarme en momentos de debilidad tuve que hacer la petición irresistible de una pequeña regresión y fue cuando el bong rojo de vidrio me tapó la boca, los ojos, los oídos y la conciencia, para cuando salí de la habitación había perdido todo, otra vez, en el momento justo de cruzar caminando por el pasillo lo entendí todo, nunca volvería a ser igual, nunca volvería a ser divertido, todo porque alguna vez una madrugada caminando una calle conocida pedí sentir diferente y ahora después de tantos años se me concedió todo de golpe, en efecto ahora la lucha a muerte me sucedía entre paños grises de conciencia y deseos volátiles de tocar la tierra con los dedos, al salir al balcón y después al pasto me percaté de que cada vez volaba más lejos, cada vez con menos control y con más miedo, y así es nunca pudo ser igual porque esta vez ya no hace falta, ha pasado demasiado como para divertirse sin temor a despertar de nuevo encerrada, sola y perdida en un mundo bizarro e irreal, y es que fue esta la ultima prueba, y estoy segura de que fui yo y nadie más, no es la mota holandesa ni el bong de ultima generación que borboteaba grandes burbujas mientras aspiraba profundo, no es nada más que lo que es. Moría de miedo por tantas cosas y al mismo tiempo tomabas tú mi mano sin dudas, verme así sin temores y reconocer esa única parte que tal vez aún desconocías, quedarte y darme sopa a las 3 de la mañana mientras yo oraba al rayo rojo de la madre tierra que me regresara al suelo y me pegara con cemento los pies toda la vida, no hay más que decir, me parece que esta fue por fin la última escena.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario