domingo, diciembre 29, 2013

Sueño franco

Si, resultaba ser todo un sueño, la iluminación pendulaba por momentos a un filtro estilo Lhurmann, y en otros, los más sigilosos, casi veía en el tinte de la tarde la colaboración fotográfica de Sofia Coppola.
Siempre al intentar re-elaborar los sueños por la mañana, me sucede que la arena se me escurre entre los dedos, y se vuelve entonces un ejercicio (jam) entre memoria, subconsciente y pluma. Nadie gana, todos lo hacemos. 
Referirme a mi en tercera persona ya puede dar algunas pistas en ocasiones, pero referirme a partes de mi conciencia de la misma forma, ni a mi me da pistas a estar alturas. 
"Soy la memoria parcial de Priscilla" (cualquier referencia a Palahniuk resulta necesaria)
No se si fue la plática de ayer, pero en este filme nocturno, y efectivamente surreal, viven símbolos, momentos, temperaturas, sabores y texturas. 
La imagen de una locomotora detenida detrás nuestro en una media tarde nublada mientras se me perdían las manos entre palabras contigo, es el prólogo de un guión dictado probablemente desde el fondo del iceberg de mi sin razón, y a partir de ahí las imágenes azules, el agua clara, risas infantiles y un Klimt casual impreso como paso peatonal testigo de una caminata. 
Tinto, no falta ni en sueños, el arte y las letras tampoco, así también la vida, así también el sueño. 
La duda, la incertidumbre y hasta las manos frías bajo una chamarra caliente, las ruedas de la locomotora adoptan una inercia lenta y acompasada, así los inicios, así también las pausas; entender que el miedo sabe a hierro en la punta de la lengua, que nos conocemos caminando y que si permanezco con las manos en los bolsillos azules de cualquier pretexto es porque huir también ha sido para mi la mejor forma de protección; la razón, los datos inútiles, los curiosos y demás, son un disfraz al estilo Shakespeareano, porque a veces es necesario entender que el ser vulnerable tiene consecuencias devastadoras, y aún así, a veces, el cielo y esas estrellas apagadas me dan pistas sobre el amor y la magia. También yo renuncio al destino, y ese cielo del que hablamos ¿resulta ser entonces una opción?
No entiendo mucho, menos cuando el "gusto" es la vía de ese tren que avanza y el horizonte se manifiesta intempestivo y acumulable. 
A veces quisiera leerte entre líneas y silencios, como una partitura, pero es que yo también soy música, y entonces me dedico a lanzarme con todas mis notas al aire y me encuentro con que a veces, esas notas son también las tuyas y sonrío y probablemente por eso nos sueño. 
P. 


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