sábado, enero 11, 2014

La línea que dibuja un cono

Después de una larga charla al respecto de la diferencia entre experiencia estética y juicio estético, tacos de canasta y boing de guayaba, encontré un refugio en la caja negra de un museo. 
Un botón que desencadeno una experiencia más allá de toda imaginación previa, un pequeño haz de luz y el sonido de la cinta corriendo frente a un lente vertiginosa. 
Ahí, en medio de la obscuridad se construyó un poema vouyerista. 
Sentada en una estratégica esquina fui testigo muda de la experiencia del otro, del juego y la sorpresa de otros, de la indiferencia y la ceguera de unos cuantos, del sonido armónico de un proyector antiguo y del humo que permitía la obviedad de la luz que poco a poco tomaba forma ante mis ojos.
Magia y asombro ahí, frente a mi en forma de luz y humo evanescente. 
Juego de siempre, amor de siempre, transformación absoluta. 
La vida siempre es más grande que la razón.
P. 

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