jueves, enero 30, 2014

Temblor

Me arriesgue a ser yo, por necesidad de voz, por cultivo de mi, por ver el amanecer wagneriano que me cobija necesariamente en los días de invierno frío. 
Y así la vida me regala otra despedida, para crecer, para doler, para regresar a mi. 
Todo el sentido del que fui dotada se despierta de a poco, y resulta que ser yo no siempre tiene las consecuencias que me permiten sonrisas eternas. 
La historia se transforma de nuevo, la vida se manifiesta abrumadora una vez más. 
Y así, crecer, y así llorar, y así sentir es el regalo y el tormento. 
Pasaron años, y hoy aquí sentada con los ojos obtusos de miedo, decido perdonarme. 
Me perdono por no ser yo, por dejar pasar meses de fuga continua de mí. 
Me distraje, y ahora después de sentir no puedo pedir menos que eso. 
Esta soy yo, mi naturaleza es sentir, sentirlo todo, aunque la máscara de impenetrable resultó un tiempo útil, hoy prefiero temblar de frío que seguir cubriéndome del mundo. 
Me ves, y entonces me veo, el espejo se inclina despacio y tiemblo de nuevo. 
P. 

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