lunes, agosto 04, 2014

La belleza

No es más que un paradigma, no hay tal cosa como la belleza intrínseca, tal parece que lo que en verdad resulta importante es aquello que opina el otro, el que me valida, el que no lo hace, el comentario burdo y siempre impersonal sobre el aspecto externo, al diablo con la creencia de que lo bello es bello sin importar quién opine lo contrario.
Algo deja de serlo si no existe una comunidad que asiente al respecto, y eso mismo puede tener todas las cualidades para ser lo que quiera ser (como el mundo mismo) y no ser nada, ser basura de opinión pública, brotes de luz asfixiados por humos densos de concordancia casi política.
El horror de la belleza recae en aquel que la considera bella, en quien se coloca en la tarima del juicio nunca justo y siempre justificad;, nada es bello, todo lo es. Despierta mundo, no existe tal cosa como “lo bello”, en su lugar hemos dejado habitar algo llamado “eso es bello”, un dedo (cuando menos), un indicativo, una señalización, un juicio de valor que siempre nos lleva consigo, algo que hemos aprendido a hacer desde que tenemos forma de aprender a hacerlo, la belleza se convierte en juicio, la belleza no existe, se crea y se destruye a placer, con o sin razón, es creencia ya sea verdadera o no, es justificación; entonces la belleza no es conocimiento de nada, nos entra por lugares erróneos, necesariamente tendría que ser perceptual, afección y reacción en cadena, pero no lo es.


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