lunes, enero 30, 2006

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Por qué la conciencia existe en el ser humano, dotado de tantos recursos, por qué nos permitiremos continuar con luchas sin vencido, pensando que venciéndonos a nosotros mismos nos conquistamos, por qué la vida te exige tanto mientras tus ojos solamente observan tus manos vacías, por qué el cielo deja de caer hacía ti justo cuando necesitas desaparecer, por qué la luz que emana de una vela puede ser tan incisiva como un reflejo, por qué mis manos no se detienen en preguntar cosas inútiles, por qué la luz siempre artificial de una lámpara termina siendo lo único a lo cual aferrarte, por qué la naturaleza del hombre será tan única de él mismo, por qué los amores dejan de ser importantes para considerarse amoríos, por qué la lluvia no mojara tu rostro diariamente por las mañanas, por qué la felicidad siempre es tan incompleta, por qué tus ojos dejan de mirarme cuando los míos se encienden por dentro, por qué el amor duele cuando mejor crees perder el tiempo, por qué mi vida se rodea de acontecimientos de mi pobre arquitectura, por qué la muerte no nos llega cuando parece justo, por qué la palabra es un soberano tan poderoso, por qué mis sueños dejan de parecer reales al despertar, por qué las realidades dejan de formar parte de mis sueños, por qué el horizonte deja de reposar en su nombre, por qué la luna no me acompaña mil trescientas horas al día, porque las drogas son tan necesarias para abrir algunas puertas, por qué las preguntas encuentran respuestas por demás abnegadas, por qué los labios del ser amado resultan tan excitantes a la distancia, por qué el deseo se encadena en sí mismo, por qué las llamadas no son dentro de nosotros, por qué el alma se trasciende a si misma, por qué las esquinas resultan siempre expectantes para el que te espera, por qué el sexo nos desafía a dejarnos en la puerta y continuar solo con la piel los juegos que impone la naturaleza, por qué mis espinas dejan de defenderme cuando el miedo se apodera de mis ansias, por qué los juegos pierden la diversión al convertirse en guaridas del alma humana, por qué la sangre pierde color cuando logras extraerla de alguien más, por qué el infierno ha dejado de asustar a los niños buenos, por qué la lengua no se posa en tu deseo de clarificar ideas, por qué burbujean espumas de las bocas erradas, por qué la verdad siempre termina con un “por qué”, y por qué las preguntas nunca son las adecuadas.

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