domingo, enero 29, 2006

Nostalgia en días sin coca

Esta vez los sueños fueron separados de la realidad por una delgada pero intensa, gama de diminutos puntos de luz en mis ojos, las ventanas despiertan perladas de la noche anterior y al parpadear me doy cuenta de que las luces no se dispersan, volteo a mi alrededor buscando observar algo libre de ésta luz, solo para caer en cuenta de que ella provenía de mi, me incorporo entrando en razón de que la vigilia comienza, que el sueño se guarda, las sabanas tibias dejan de acompañarme por ahora y los secretos vuelven a ser escondidos bajo la almohada azul de luna, del color de las noches con sueño. Constante hipnosis de ninguna parte, mis sentidos se aletargan al compás de los minutos aún absteniéndose de ese caramelo dulce que tanto me gusta probar en los días de melancolía, en los días de olvido, en esos que se fueron ya. Pausadamente vivo observando de una manera extraña, los colores, los libros y las teclas que enmarcan letras sin orden, listas para ser creadoras de pensamientos, mis ojos fijos no ven nada, no observan nada, los pensamientos corren, algunos más rápido, algunos solo andan por ahí lentamente esperando ser atrapados con un anzuelo especial para ser expuestos en la próxima hora de lucidez. Las actitudes lastiman más que las palabras, eso aprendo todo el tiempo, las mías me duelen y lastiman más allá de mis músculos y superficies, el año termina, se comienza a extrañar, espero no olvidar nunca pero si dejarlo un poco más allá, los reflejos de todas las lámparas artificiales se clavan en las pupilas quemando diminutos fragmentos de cristal líquido dentro de mi, hoy hasta mis manos han cambiado, prestas a sentir algo distinto a esa ceniza cubierta de rocas blancas, tan pequeñas y por las cuáles estuve dispuesta a perder la cordura, no más pulgares amarillos, no más piedras de encendedor terminadas, no por lo menos por ahora. Otros vicios se ocupan ahora de mi, las preguntas se me clavan, los recuerdos se hacen presentes hasta en el anuncio de una vía conocida antaño, las mañanas silenciosas de palabras de mi boca, los pensamientos que me guardo muchas veces para mi, momentos de embriagues del alma propia, luces que se observan con los ojos cerrados, palabras que da miedo mirar después de haber sido expulsadas, errores que no se quieren corregir por miedo a que la inspiración corra lejos de mi, cómo extraño las viejas aventuras de esos mundos pasados, aún quedan vestigios porque esa no dejo de ser yo, solo que en reposo, por ahora duermo, el invierno largo que no terminará hasta que la razón me haya ganado para decidir que dormiré por siempre, por ahora nada más que verme así, dormida en un ángulo distinto, arropándome de vez en cuando y conciente de que el despertar a medias puede ser el único despertar que me quede por ahora, respiro y me siento, la carga de los hombros cansados me amedrenta, una punzada en el costado derecho de la mente… es hora de volver, alguien me espera.

P.

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